EL ORDEN DIGITAL

martes, 27 de marzo de 2012

Cuidar a las toninas para conservar nuestro ambiente

Desde 1992, cuando se celebró la primera Cumbre de la Tierra, se hizo habitual utilizar el término biodiversidad. Pero… ¿qué significa? Podríamos definirla de una manera muy simple: la biodiversidad es la variedad de la vida en la Tierra.
La “diversidad biológica” es, según el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica, el término por el que se hace referencia a la amplia variedad de seres vivos sobre la Tierra y los patrones naturales que la conforman, resultado de miles de millones de años de evolución a través de procesos naturales y también de la influencia creciente de las actividades del ser humano. La biodiversidad comprende igualmente la variedad de ecosistemas y las diferencias genéticas dentro de cada especie que permiten la combinación de múltiples formas de vida, y cuyas mutuas interacciones con el resto del entorno fundamentan el sustento de la vida sobre el planeta.
La Cumbre de la Tierra celebrada por Naciones Unidas en Río de Janeiro en 1992 reconoció la necesidad mundial de conciliar la preservación futura de la biodiversidad con el progreso humano según criterios de sostenibilidad o sustentabilidad, promulgados en el Convenio internacional sobre la Diversidad Biológica que fue aprobado en Nairobi el 22 de mayo de 1992.
Estos parámetros de sustentabilidad, conservación y protección legal de las especies y los ecosistemas en que viven, no están alejados de nuestra realidad más inmediata y sirvan de marco para el tema que desarrollaremos hoy. Se trata justamente de la amenaza a una especie, la tonina overa, que puede ser avistada en las aguas de nuestro estuario –aunque cada vez menos- y que por sus características y particularidades fue declarada en todo el territorio de la Provincia de Santas Cruz como Monumento Natural Provincial. Esto se hizo a través de la Ley Provincial N° 2582, sancionada en el año 2001, e incluía a la Tonina Overa (Cephalorhynchus commersonii) y al Macá Tobiano (Podiceps gallardoi), dos especies amenazadas de extinción.
La Ley representó un avance muy importante para la protección de estas especies del estuario. Establece como zona de veda total y permanente para la caza de las especies citadas, en cualquiera de sus modalidades, a todo el territorio de la Provincia de Santa Cruz. Además, prohíbe “en forma absoluta la captura por cualquier medio, el acosamiento, persecución o tenencia” de ambas especies así como “la comercialización de los despojos o de elementos elaborados con éstos”.
Amenazas para la conservación
La tonina overa ha sido clasificada como "Insuficientemente conocida" por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el foro internacional responsable de categorizar los animales según su status de conservación. El que esta especie esté catalogada como insuficientemente conocida implica que se la deba proteger de cualquier amenaza.
El género Cephalorhynchus, al que pertenece la tonina overa, incluye cuatro especies de delfín ampliamente distribuidas en las aguas templadas del Hemisferio Sur. Todas ellas son relativamente pequeñas, tienen una baja fecundidad y una aparente limitación a las aguas poco profundas y los sectores costeros. A pesar de que no existen estudios exhaustivos de población, es probable que ninguna de ellas sea abundante y todas ellas son víctimas incidentales de las actividades humanas de pesca, tal como ocurre en el estuario local por el mal uso de las redes de pesca.
Un estudio de la Fundación Cethus realizado en la temporada 1999/2000, estimó que de acuerdo al esfuerzo pesquero de ese año y la cantidad de toninas overas muertas encontradas entonces en las playas de La Angelina y otros sitios del estuario del río Gallegos, podría ascender a 179 el número de toninas que mueren cada año en esta zona, por captura incidental total. Los científicos indicaron que “aunque no se dispone de una estimación de abundancia de toninas overas en esta región, la captura incidental estimada es preocupante” y presentaron recomendaciones para mitigar y documentar el impacto de las redes agalleras sobre la especie.
Otro estudio publicado en 2010 por Frank Cipriano, Miguel Iñiguez y Marta Hevia, corrobora estas conclusiones. Señala importantes diferencias genéticas entre las poblaciones de tonina overa de Puerto Deseado, San Julián, Rio Gallegos y el Estrecho de Magallanes. Esta falta de intercambio entre las poblaciones agrava el problema de las capturas incidentales dado que existe el peligro de que la especie desaparezca de la zona. La teoría genética de poblaciones predice una menor capacidad adaptativa y fuerza corporal como consecuencia de la falta de variedad genética. Esto, según el estudio, acentúa la vulnerabilidad de una especie ya de por sí vulnerable, lo que hace “urgente la adopción de medidas para evitar que en el corto plazo nuestras toninas desaparezcan de nuestro lugar", según expresan los especialistas.
Estos antecedentes y la recurrente constatación de la aparición de toninas muertas en nuestras costas, gran parte de las cuales se ha comprobado se deben a las redes agalleras, han motivado que la Asociación Ambiente Sur hiciera pública esta situación y pidiera un efectivo control y cumplimiento de la normativa para detener esta amenaza sobre la especie.
Hace pocos días, se logró un importante acuerdo con las instituciones que tienen competencia para intervenir en estos casos. Ambiente Sur, junto a la Asociación de Cicloturistas Kosten Aike, la Asociaciòn de Kayakistas, Guìas de pesca, las áreas provinciales y municipales, además de la Prefectura Naval, encararán un plan de acción que implicará el relevamiento y control constante de las costas con sanciones a los infractores si correspondiera, la revisión de la normativa vigente y un trabajo conjunto en educación ambiental para la prevención, dirigido a sensibilizar a la comunidad sobre este tema.
Con esto no se apunta a restringir las actividades de pesca sino a un uso responsable que respete las normas y asegure la conservación de nuestros recursos naturales, los que no sólo tienen un valor económico por las variadas actividades que se generan a su alrededor sino que son importantes para el funcionamiento integral del ecosistema del que forman parte, al igual que la especie humana.

Asociación Ambiente Sur

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